Un pequeño detalle en un muro aburrido lo convierte en una pared en la que ponen su mirada muchos ciudadanos de paso. Este bicho casi da miedo, es malicioso, brutal diría. Pero es positivo.
Forma parte de un pequeño mural grafiti en Zaragoza, un ejercicio de artistas locales para practicar y aprender. Suficiente para que sea agradable, y no sea el clásico dibujo que acompaña a un takeo o firma y que no conduce a nada, excepto a ensuciar. Esto es ya Arte.